lunes, 24 de marzo de 2014

24 / 03 / 14


Cornerrollo (casi) diario 

No es fácil hacer amigos después de los 30. Y aunque muchos se preguntan a qué es debido, lo cierto es que la respuesta es sencilla. No hemos adquirido ningún mecanismo para obtenerlos.

Pensemos en cómo hemos logrado el resto de nuestro conocimiento. Tienes 3 años y observas, extasiado, esa extraña caja mágica que desprende calor que tus padres llaman estufa. Te sientes atraído y fascinado. Nunca habías visto nada tan increíble y lo único que deseas es meterle mano. Por mucho que tus padres te alejen una y otra vez de la estufa al grito de  ¡No lo toques que quema! ¡Te harás mucha pupa! ¡A tu hijo le va el Bondage! Tu pequeño cerebro en formación necesita del ensayo/error para aprender de verdad. 

De ahí que un día, cansados de tanta advertencia, tus padres dejarán de vigilarte y tú tocarás la caja prohibida causándote una terrible ampolla en la mano que dice: ¡Esto no se toca! o ¡Quema! O ¡Cuando sea mayor esto puede llegar a gustarme!, ¿qué dice esto de mí?

Lo mismo ocurre con las relaciones amorosas. Llega un momento, entre los 12 o 13 años, en que aquella amiguita a la que tiras de las coletas, o aquel amiguito que tira de las tuyas, pasa de ser la némesis a la que debes destruir, a alguien que te quita el aliento y produce hormigueos en zonas nunca antes detectadas.

Nuestros primeros intentos dejarán mucho que desear. Empezarás a tirar de las coletas de un modo sutil, distinto, amoroso. Le darás empujones afectivos y te reirás de ella ridiculizándola cada vez que puedas en señal de afecto incondicional. Nada de esto dará resultado, claro, y un chaval dos años mayor se llevará a tu primer amor dejándote deprimido y tirado.
Comprenderás entonces que el juego tiene unas reglas. Que hay que jugar con inteligencia. Que hay cosas que se pueden hacer, otras que no se pueden hacer y algunas que se pueden hacer mientras nadie sepa que las estás haciendo. Y con trabajo, esfuerzo y repetición, dos años después (con suerte) tú serás el chaval que deprima y deje tirado a un tarado con granos que se desvive por la que ahora es tu novia. 

Has aprendido.

Y sin embargo, los amigos no se hacen, sino que llegan. No hay reglas. No hay juegos que aprender. Ya sea a los cinco años cuando alguien se te acerque con un balón y te pregunte si quieres jugar. O en el instituto cuando alguien se te acerque con un libro de Neil Gaiman y te pregunte si quieres que te lo preste. O en la universidad cuando alguien se te acerque y te pregunte si quieres otra cerveza con chupito de whisky incorporado. Siempre que la respuesta sea sí, habrás conseguido un amigo. Así de fácil.

Por supuesto, los grupos de amigos se harán y desharán. Habrá peleas ñoñas, grandes dramas, tríos ebrios, y al final te quedarás con tu grupo de amigos definitivo. 

De pronto, empiezas a trabajar, a instalarte en la rutina. La gente de la que te rodeas es la misma cada día. Tienes pocas oportunidades de conocer gente nueva. Tienes 30 años y tu círculo de amistades es reducido. Todos tienen sus vidas y no resulta fácil conciliarlas con la amistad. Quedar todo el grupo es una utopía que resulta más difícil de hacer que piratear el Canal +.

Y querrás hacer nuevas amistades. Pero, ¿cuál es el enfoque? ¿Te acercas a alguien en un bar y le preguntas, quieres ser mi amigo? No, claro. Una aproximación de estas características te califica directamente como una persona que va de rara a perturbadora. ¿Entonces qué?

Como no hemos aprendido nada a lo largo de los años, utilizarás recursos que sirven para otros propósitos y te verás en situaciones del tipo; he conocido a una persona que me gustaría agregar a mi círculo de amistades. ¿Debo llamarla? ¿Qué le digo? ¿Cuánto tiempo espero? ¿Si la llamo nada más llegar a casa, pensará que soy raro? ¿Espero tres días? ¿Cuatro? ¿Le envío un qué paaaasaaaaaa por Whatsapp?

O peor. Le he dado mi número. ¿Por qué no me llama? ¿He hecho algo que pueda asustarle? Me quedaré aquí vigilando el teléfono. ¿Hay línea? Compruebo. ¡Mierda! Seguro que ha llamado mientras lo comprobaba. ¿Por qué no me envía un mensaje? ¿Lo hago yo? ¿Qué emoticono es el adecuado para parecer interesante?

Te apuntarás a cursos de fotografía, de cocina, de sexo tántrico con el único fin de descubrir a gente nueva. Y aunque conocerás gente afín a tus gustos, no sabrás cómo rematar la jugada. Intentarás fagocitar grupos de amistades ajenas quedando con gente que no aprecias demasiado sólo por ver si puedes robar a alguien de su círculo de amistades. Te convertirás en la rémora del tiburón a la espera de que el escualo acabe su festín.

Se hace duro, pero con esfuerzo, eventualmente conocerás a gente nueva. Y si no, siempre puedes esperar a tener 70 años y esperar a alguien que se acerque y te diga, ¿quieres compartir este cartón del bingo del casal de retirados?

¡Un abrazote!

P.D. ¿Queréis ser mis amiguitos? 

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