viernes, 7 de marzo de 2014

07 / 03 / 14


Cornerrollo diario

Para los que faltaron a la cita de anteayer (acabé muy tarde y decidí que no merecía la pena publicar a esas horas), informaros de que podéis encontrar la primera parte de este rollo un poquitín más abajo o podéis visitarme en Facebook.

Ayer nos quedamos analizando la pubertad. Esa maravillosa edad en que las hormonas se alteran, hierven, se deshacen como la couldina en el agua formando torbellinos burbujeantes y que, como los rayos Gamma a Bruce Banner, transforman a pequeños querubines en monstruos descontrolados que aplastan todo aquello que se interpone en su camino. 

Se suele acotar esta etapa, corta pero intensa, en un solo bloque. Pero si nos fijamos bien, hay dos fases bien definidas. En aras de una mejor comprensión, las llamaremos de forma provisional “la fase de posesión” y “la fase del exorcismo”

La diferencia básica entre ambas es que, en la primera, nos enfrentamos a  niños actuando como adultos, mientras que, en la segunda, lucharemos con “adultos” actuando como niños.

Durante la fase de posesión, los cambios son pequeños pero poderosos. Por ejemplo, comienzan las oposiciones a grupo social. Nunca, y repito, NUNCA más van a esforzarse tanto en nada como lo harán para descubrir e intentar conseguir un puesto de funcionario social. Será un pijo, será un Skater, será un Heavy, será un deportista, será un raro, será un friki, será un gótico, será un Emo, será un hombre lobo, será un vampiro, será un empollón, será una IA con tendencias dictatoriales y homicidas (tiempo al tiempo), será lo que quiera o le dejen ser. 

Y, de pronto, la moda pasará a ser una parte fundamenta, el lavabo estará ocupado un mínimo de tres horas diarias, las comparaciones literarias alcanzarán la cúspide de su léxico (podríais ser COMO los padres de María y dejarme ir a la fiesta), los calcetines de los varones deberán ser lavados entre tres y cuatro ocasiones (más desinfectante orgánico o en caso extremo, incineración), los pestillos (de tenerlos) se pondrán de moda, el humor alcanzará cotas bipolares, las amistades cambiarán a ritmo vertiginoso, las salidas familiares serán su tortura y los padres dejarán de saberlo todo para no entender nada.

¿Cuándo termina la fase de posesión? No hay indicios claros, pero sí una prueba léxica que todo padre puede utilizar. Porque aunque continúe el crecimiento, tanto corporal como cognitivo, del ser pubescente, aunque lea en catalán en la intimidad, Proust pase a ser su héroe “madaleno” y Popper signifique más para él un acercamiento lógico a la ciencia que una droga de escaso interés lúdico, todo su léxico en casa se verá reducido a tres palabras. En realidad dos, y una interjección de regalo, que son: cosas, todo bien y ¡Grunt! (gruñido gutural que viene a significar joder, mamá/papá, qué plasta eres).

Sí, esas tres palabras hilvanarán cualquier intento de conversación, serán un comodín terminológico, una figura retórica de nueva cuña a la que podríamos llamar la “totalización”.  E aquí un ejemplo práctico:

- Oye Pedro, ¿qué has hecho en el instituto?
- Cosas
- ¿Cómo te ha ido el examen?
- Todo bien.
- ¿Prefieres que cenemos judías o pasta?
- ¡Grunt!

Así que, cuando oigas alguna de estas tres palabras, empieza a temblar. Porque se te vienen encima los conciertos de portazos, la música a todo trapo, las salidas misteriosas, las primeras depresiones amorosas, los gritos de asco y repugnancia cuando intentes hablar con ellos de sexo, la desaparición de condones, la defensa de la paga como derecho social, el opuesto como sistema de actuación a cualquier consejo, la sombra Mexicana sobre el labio superior, el desparrame de la depilación, los conjuntos y “looks” estúpidos (que gracias a las redes sociales les acompañarán para siempre), los pelos esparcidos, las manías, las dietas, el ejercicio, los tangas, los calzoncillos culeros, el pudor idiota y muchas, muchas más que cualquier padre de un chaval en la edad del pavo puede explicaros con pelos y señales. 

Cuenten lo que cuenten, creedles. Será verdad.

Por desgracia, la finalización de la fase de exorcismo varía en cada adolescente. Algunos se centran rápido (los menos) a otros les cuesta años desprenderse de la tontería y algunos,  se estancan adoptando una actitud estacionaria que les acompañará para siempre, como la Fuerza a Luke, la sudoración excesiva a Paquirrín o las hemorroides a desafortunados genéticos.

Daremos por finalizado el capítulo de hoy. Mucho he tenido que recortar ya para no hacer de este cornerrollo una saga, por lo que continuaremos el lunes con otra etapa vital, en este caso, la juventud.

¡Un abrazote!

P.D.  Hay granos que no se enteran de que su época ya pasó. 

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